Motherhood Chronicles 4: El principio del fin de mi felicidad eterna

Semana 8, el inicio del fin de mi estado de felicidad total.

Leer muchas de las cosas que escribiré de ahora en adelante resultará chocante para muchas, pero creo viene de lo más profundo de mi corazón. Como describo esta columna, es una sin filtros.

Con Dante no tuve prácticamente malestares, mas que una que otra indigestión y un cansancio eterno hasta el mes 8 cuando finalmente decidí tomar mi licencia post parto. Pero este segundo bebé viene con toda la furia de un huracán, bueno, dicen que los bebés nacidos en pandemia serán así, además de grandes entes de cambio en el mundo

Mi primer malestar fue dolor en la espalda baja, aproximadamente desde la semana 5. Ahh, también se me cayó el cabello antes de enterarme que estaba embarazada, y después de ahí, prácticamente pasé por todas las etapas de malestar: indigestión, náuseas, vómitos varias veces al día, dolores de cabeza, etc… Todo eso que leemos y que para mí era una utopía porque no lo había vivido, había hecho su debut en este segundo embarazo.

Empecé a sentirme mal conmigo misma por no poder ni siquiera llevar a mi hijo al colegio o a sus clases de natación, empecé a sentirme mal con mi esposo por estar trabajando (después de un año de no hacerlo) y no estar conmigo, y empecé a sentirme mal con mis amigas por disfrutar sin mí. Lo puedo resumir en un: me sentía muy sola.

En ese me sentía muy sola empecé a comer todo lo que me caía bien, que básicamente era harina. Estuve la mayoría de tiempo en cama sintiéndome mal física y emocionalmente, pensando si había elegido un buen momento para recibir a este bebé. Entonces también me sentía mal por sentirme mal cuando debía estar feliz… y por que mi estado emocional afectara a mi bebé. Estaba muy triste, pero las hormonas hacen eso, ¿no? Nada, entendí que era parte del proceso, hasta que realmente supe que no lo era.